lunes, 9 de diciembre de 2013

La educación en la China clásica



La educación en la China clásica
             por Antonella Qerzolli

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Desde la antigüedad, en la cultura china, el sistema patriarcal de la educación ha jugado un papel fundamental. La organización de pueblos y ciudades eran una ampliación a escala del sistema familiar. Las ideas morales se originan en las relaciones familiares entre padre e hijo, hermano mayor y hermano menor, esposo y esposa, amigo adulto y amigo joven. Así, la relación entre gobernante, y gobernado, debía ser, a través de la bondad, el respeto, la obediencia y la lealtad.
La palabra educación, en chino, está compuesta, a su vez de dos palabras. La primera de ellas se compone de dos raíces, que son piedad filial  y cultura. La segunda, significa criar. Podemos establecer entonces, que la palabra educación conjuga desde su raíz etimológica un sentido ético, intelectual e instructivo con la idea más clásica occidental de enseñanza y crianza. Sobre la tarea de enseñar, el Compendio de Etimología China dice:
“Enseñar es lo que da el superior (maestro), y lo que imita el inferior (discípulo). Criar es enseñar al hijo a hacer el bien”




Características de las escuelas   

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Las escuelas funcionaban en cualquier lugar, tanto en chozas como en templos. Las horas escolares eran muchas y la educación era muy severa. El alumno debía poseer una veneración por el maestro.  No había ni vacaciones ni recreos. El método de enseñanza consistía en la imitación exacta, en los ejercicios de memoria y de repetición. El aprendizaje de la lectoescritura era también por imitación. Al ser el idioma chino una lengua ideográfica, se necesita conocer varios miles de caracteres para saber leer y escribir. Por eso, las escuelas elementales permitían el aprendizaje de un gran número de caracteres de memoria, para iniciar al joven en la escritura, mediante la imitación y la realización precisa de los trazos que componían a los distintos caracteres. Y de la perfección de los trazos realizados dependía el valor a la hora de calificar los exámenes. Se debía ser muy atento, prolijo y eficaz, lo que desarrollaba en el educando una  paciencia, exactitud y fuerza de voluntad tan características en este pueblo hasta el día de hoy. 
Por otro lado, la enseñanza de la aritmética y el cálculo no era tarea de la escuela elemental, sino que se aprendía ocasionalmente, en la vida cotidiana.  
La escuela superior preparaba a los alumnos para sus funciones públicas a través de la iniciación en la composición de ensayos. Los alumnos que asistían a la escuela superior aspiraban a ocupar los cargos que el Imperio reclamaba para funciones administrativas, siendo la función de Mandarín, la mayor aspiración de los estudiantes.
Durante los tiempos feudales, las escuelas de educación superior enseñaba el manejo del arco, la música, la danza y el canto. En las escuelas de los escribas se enseñaba a los alumnos a extender las actas oficiales y a describir los acontecimientos de las ceremonias y los ritos.






La pedagogía de Confucio.
 
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Confucio es la forma occidental del nombre original K´ong Fou-Tseu, de ahí que su sonoridad haya llevado a llamarlo “Confucio” por los occidentales.
Confucio pertenecía a una familia muy respetable que data de los tiempos de la dinastía Chang, y nació en 551 a.C en el estado de Lu.
De joven se ganaba la vida desempeñando quehaceres humildes. A los diecisiete años fue jefe de granos y a los dieciocho encargado de los campos públicos. En su contacto con la vida diaria y con el sufrimiento del pueblo fue descubriendo las deficiencias sociales y políticas de China, y su contacto con la nobleza aristocrática le dejaba ver la inaptitud de esta. Confucio pensaba que China necesitaba un cambio radical.
Para ese entonces ya estaba casado y tenía un hijo.
Confucio decide, así, abandonar todo cargo público y dedicarse a enseñar sus doctrinas a unos pocos seguidores. Cuando el círculo de discípulos hubo de expandirse más  Confucio obtuvo el cargo de “miembro del Consejo de Estado”, cargo que no le abrió la puerta que él esperaba para que sus doctrinas fuesen escuchadas y aplicadas en la medida necesaria, por lo que más tarde lo rechazó. Fue alrededor de sus cincuenta años que decidió salir en búsqueda de un príncipe joven a quien servir sus enseñanzas, pero esta tarea, que lo llevó a ir de una corte a otra durante casi trece años, tampoco le resultó exitosa.
Así, dedicó lo que le restaba de vida viajando y enseñando a todo aquel que quería recibir sus enseñanzas, desde las clases más bajas hasta miembros de la nobleza. Murió en 479 a. C.
Fue casi mil años después que sus enseñanzas trascendieron al punto de ser consideradas imprescindibles por todos los emperadores y en todas las escuelas de China.
            Las enseñanzas de Confucio están expuestas en los cuatro libros clásicos: El de Gran Ciencia, el del Justo Medio, el Libro de Coloquios o Analectas y el Libro de Mencio, su más reconocido discípulo.
            En los tiempos anteriores a Confucio, el sistema feudal estaba sólidamente establecido en la sociedad. El funcionario político era el encargado de la educación, que era oficial. Con la caída del feudalismo, hacia la segunda mitad de la dinastía Chou, la enseñanza por parte del estado empieza a resquebrajarse. Con la labor de Confucio comienza, entonces, la enseñanza privada. Confucio recorría  los diversos estados y enseñaba a todos los que estaban interesados en sus ideas, sin distinción de clases. El número de discípulos crecía con cada viaje.  Uno de los puntos más importantes de la pedagogía confuciana es el sentido moral de la educación, la formación de una personalidad ética superior. Confucio consideraba este punto como el fin de la educación, el cultivar las virtudes y formar al hombre en la moral, y no la mera formación intelectual.
  
          Otro punto importante de la pedagogía de Confucio es el sentido político de la educación. Era necesario para lograr un cambio social verdadero la creación de una clase política “educada” en las virtudes, con un sentido de perfección moral adecuado para poder lograr una correcta actuación política. En la pedagogía confuciana política y moral están íntimamente relacionadas. Como vimos anteriormente, desde la antigüedad la educación estaba a cargo del Estado, por lo que la tarea docente y la función política se fundían en una misma persona. Desde este punto de vista “debe gobernar el mejor educado”
. Y el mejor educado es el que está mejor educado en las virtudes, aquel que alcanza un nivel de perfección moral que traslada a todos los ámbitos de su vida, a todos sus quehaceres públicos, aquel que es recto en su conducta, que posee la virtud de la piedad filial, de la justicia y la humanidad, que se instruye en el saber intelectual buscando la perfección de su ser.
           
“Si alguien regula su conducta con principios rectos, ¿qué dificultad tendrá para emprender la tarea política? Si no puede rectificar su propia conducta, ¿cómo podrá rectificar la de los demás hombres?”
            La educación, para Confucio culmina en la actuación política, la acción política es, a su vez, una acción educadora.
 
           Ahora bien, cabe destacar que aunque el fin fundamental de la pedagogía confuciana es la propia perfección moral, esto no nos debe llevar a un virtuosismo egoísta. La virtud moral sobrepasa a la propia persona, llevando al hombre a un sentimiento de altruismo, de abrirse a los demás. Confucio realizaba sus viajes por diferentes estados y enseñaba sin distinción de clases, esto demuestra a qué nivel de perfección moral había llegado. Es el ejemplo máximo de que la educación en las virtudes está estrechamente vinculada con lo social. En el Libro de Coloquios Confucio nos dice:
           
“El hombre se perfecciona para pacificar a los demás... El hombre se perfecciona para pacificar a toda la gente”.
 
 





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